Tras haber comprobado en unos ensayos llevados a cabo en 2004 que implantar un sensor en el cortex motor -la zona de la corteza cerebral que se encarga de controlar los movimientos- de pacientes con parálisis les permitía controlar cosas como el cursor de la pantalla de un ordenador o brazos robot sólo con pensar en ellos las autoridades de los Estados Unidos acaban de dar permiso al equipo del sistema BrinGate para una serie de ensayos clínicos de fase II del sistema.
Denominado BrinGate2, la idea es extender las pruebas con hasta 15 pacientes para permitir al equipo investigador reunir más información acerca de las señales que produce el cerebro y el método que se utiliza para decodificarlas.
Para ello a los pacientes se les implantará un sensor del tamaño de una aspirina que por un extremo está en contacto directo con el cerebro y por el otro queda justo debajo de la piel del cráneo, extremo por el que transmite datos y recibe la alimentación eléctrica y las señales de control.
La ventaja de utilizar un implante de este estilo es que se minimiza el riesgo de infección que supondría utilizar un implante que supusiera mantener una herida abierta en la piel del paciente.
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